sábado, 27 de octubre de 2012

El dolor, como la vida, no tiene sentido.



“Ésta es una de esas noches en las que no hay nada. Imaginaos que fuera siempre así. Vacío. Apático. Sin luz. Sin danza. Sin asco, siquiera.
De esta manera, uno ni siquiera tiene el buen sentido de suicidarse. La idea ni se te ocurre.
Te levantas. Te rascas. Bebes un poco de agua.” 

Bukowski. El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco.


Despierto a media noche y te nombro. Me rio, que idiota es buscarte a media noche cuando ni siquiera te corresponde volver a esta cama. Cuando ni siquiera sabes mi dirección. Cuando has olvidado visitarme. Cuando las noches ya son solo sombras. Cuando los muros no me hablan. Cuando el aroma no cohabita en el interior de esta casa -de esta cabeza que a penas y te nombra. Quién necesita nombres cuando no hace otra cosa mas que tenerte presente en cada momento como tiene presente el esteta la música, como tiene presente el pintor los colores, como tiene presente el pensador la pasión de pensarte y como tiene el amor presente el instante.
No quiero tenerte, pues no puedo tenerte como nos merecemos tenernos, no nos tenemos como queremos tenernos, pues somos estúpidos y no hemos logrado amarnos. Nos quisimos mucho y nos odiamos luego, ahora... ahora nos amamos en el recuerdo y nos deseamos en los futuros.
¡Vuelve a casa! gritará el hombre horrible que aún te ama. ¡torpe tordo que ha olvidado como volar! te escribirá ella mientras se aleja, pues cree que es hora de partir, pero no sin antes seguirte amando hasta que las plumas vuelvan a crecer. ¿Quién cuida de los hombres cuando han perdido las plumas?


 El dolor, como la vida, no tiene sentido.

Cuando te dejo ir, es cuando el barco se va a la deriva, y aún me sabe bien, pues todo lo que vivimos me sigue sabiendo bien. Dale mis saludos a los marineros en otro puerto, pues los míos se amotinaron y abandonaron el barco.

Roberto.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario