lunes, 19 de noviembre de 2012

Tamara/Roberto




“Recuerdo aquella noche cuando nos besamos. Compusimos un poema juntos; entre nuestros labios ya no éramos tú ni yo ni ambos, éramos poesía; éramos palabras que nos consagramos, nada más que ello, un instante, un pensamiento éramos; la verdad por la cual nuestras vidas entregamos.”


- Te amo, Roberto?

- Tamara…?

Roberto.-
Tamara.-

viernes, 2 de noviembre de 2012

Y me acostumbré a hablarte // Tocan,...



Y me acostumbré a hablarte

Y me acostumbré a hablarte, y eso me da miedo

Cuán fácil es ilusionarse

Cuán fácil parece todo en la mente, cuando lo imaginamos como si fueran viñetas de un comic, pero la realidad es otra

Poco te conozco y poco me conoces, y poco nos importa;

o eso quisiera leer en el siguiente cuadro.

Tamara.-


Tocan,…

¿Y qué has dicho ayer

cuando te marchabas por esa puerta?

¿Que no te volvería a ver ni encontrar?, ¡pero qué hablas mujer! si apenas y te desapareces para regresar de nuevo aquí, a este lugar, a estas paredes, con estas sombras que te ilusionan, con estas palabras que te abrazan, y estos labios que intentan besar esa escurridiza bruma coqueta que me sonríe sin hablar y me calla con su mirada.
 
Somos como dos odiosos amantes que se repelen y se condenan a una unión imperecedera, pues sus mentes no mueren, más sus cuerpos se alejan. La conexión nunca se ha roto. Siempre estarás conmigo, nunca te irás, pues te amo. ¡Mierda, te amo! 

Por qué diantres no escapas de mi fas, por qué no huyes despavorida como te lo he rogado

Por qué te quedas y te quejas en mis sombrías noches de sobriedad, cuando el alcohol ya no surte efecto y no te aturde en mis emociones.

Entonces golpeas la puerta, y mi hambre te recibe, 

y te arrojas a sus mandíbulas, qué torpe eres. ¿O no lo soy yo realmente?

Te consumo, te reposo y te decanto. 

Soy un idiota obtuso que se cierne frente a los ladrillos que conforman la chimenea en donde se queman los humores expulsados luego de comer.

¿Qué? ¿Cómo dices?, claro que no, no puedo recibirte aquí ni ahora, no puedo recibirte, pues no quiero amarte otra vez

¡Beldad! –Gritas-

Desfallezco frente al fuego y te expulso cual ánima exorcizada, entonces te vuelves corpórea una vez más.

Entonces te incorporas frente a mí y me hablas,
con voces que conozco.

Cuánta delicia hay en tus modales 

-cuánta amargura hay en el cuadro que se me presenta-:

Qué tanto mimas al suelo con tu cuerpo, ¿no ves que me presento ante el peor de los hombres? ese que no es ni bueno ni malo, ese que busca en el pasado la realidad que se le avecina; aquel que me ha traído en sueños ante ti, criatura ctónica.

Y no soy capaz de mirarte, y no te quiero conmigo.

Entonces tomas mi rostro con tus manos, me besas la mejilla y te marchas por la puerta que has entrado,

permanezco en el suelo, con el rostro mirando hacia lo alto, te llamo. No has vuelto. Sonrío y me siento feliz, no porque te fueras, sino porque hoy no te has alojado en mi lecho, será mañana entonces, el día en que mis humores sean de nuevo amores, y te mire, y te mime, y mentiré otra vez, y dirás que amas.

Corro forman de nuevo lobos a la luna, salen a esparcir aullidos, pues no devoran, sino anhelan, una nueva.


Roberto.-